"Pero ahora, con la introducción de la lengua catalana en la liturgia y el consecuente abandono del latín, nos podemos preguntar: ¿es que ha llegado la hora de considerar simplísticamente el canto gregoriano como una pieza de museo o como la droga de unas minorías reaccionarias? No lo creo! El canto gregoriano representa tanto desde el punto de vista estético como de la expresión religiosa, el punto cúlmine de madurez y de ejemplaridad que quererlo ignorar sería un signo de necedad y de incultura ".
Cassià M. Just, pròleg a la primera edició, Publicacions de la Fundació Salvador Vives Casajuana, 1971.