Jacinto Guerrero

Comenzó sus estudios musicales en la Catedral de Toledo como infante de coro. Pronto destacó y ganó una beca de la Diputación Provincial de Toledo para seguir estudiando en Madrid. Luego entraría como músico en la Orquesta del Real Teatro Apolo hasta que alcanzó la dirección de su orquesta. De este periodo data su Himno a Toledo que lo hizo muy popular en su patria chica.

En el año 1921 tiene la oportunidad de estrenar en Barcelona su primera zarzuela importante La Alsaciana. El público acogió muy bien esta zarzuela por sus melodías pegadizas y atractivas. En 1922 tuvo un nuevo éxito al estrenar en Zaragoza La Montería y al año siguiente, en 1923 estrena Los Gavilanes en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Un año más tarde, en 1924, estrena un sainete Don Quintín el Amargao con texto de Antonio Estremera y que incluía un popular chotis. Pero su, quizás, producción más famosa no llega hasta 1926, El Huesped del Sevillano, estrenada en el Teatro Apolo Siguieron obras como Martierra (1928), La Rosa del Azafrán (1930), La Fama del Tartanero (estrenada en Valladolid en 1931), Sole, La Peletera (1932) y El Ama (1933). Después de una parada producida por la Guerra Civil, estrena Canción del Ebro (1941) y Tiene razón Don Sebastián, estrenada en Zaragoza en 1944. Tampoco debemos olvidar Los Países Bajos (1949). En estos años de posguerra, Guerrero también hace incursiones en la revista de la que podríamos destacar numerosos éxitos.

Todavía joven tuvo la mala fortuna de someterse a una operación quirúrgica de la que habría de morir. Pocos meses después se estrena póstumamente su última obra, El Canastillo de Fresas, que había dejado casi concluida.