Isaac Albéniz

Virtuoso del piano y compositor, principal introductor de la música española en los primeros movimientos de vanguardia del siglo XX. Nacido en Camprodon el 29 de Mayo del 1860, ya a la temprana edad de 4 años se revela como un niño prodigio al debutar como concertista en el teatro Romea de Barcelona. En 1865 estudia con Narciso Oliveras. En 1869 la familia se traslada a Madrid dónde ingresa en el conservatorio para estudiar con los profesores Ajero y  Mendizàbal. Acto seguido, Albéniz abandona la casa familiar e inicia una serie de giras por España y América. De regreso a Europa estudia composición en Leipzig con Jadasson y Reinecke y una beca concedida por el rey Alfonso XII le permite estudiar en Bruselas con Gevaert y Brassin.

En 1879 conoce a Liszt. Sus encuentros con el compositor Húngaro resultan definitivos para consolidar su vocación y marcan el estilo de sus primeras obras, caracterizadas como piezas de salón. La primavera de 1882 viaja a Granada, ciudad de la que queda fascinado,  un año después se casa con Rosina Jordana y se instala en Barcelona, donde conoce a Felip Pedrell, quien le inspira en la creación de una música con verdaderas raíces hispánicas. Sus composiciones, ya consolidado como gran intérprete de piano, empiezan a tener cada vez un más marcado cariz nacionalista. Hablamos de obras como cantos de España o la suite española que son aplaudidas como auténticamente españolas.

Su vida continúa siendo itinerante y en 1890 se traslada a Londres. En 1891 firma un contrato con el banquero londinense Francis  Burdett  Money-Coutts, por el cual Albéniz debía poner música a los libretos escritos por el banquero, a cambio de un sustancial apoyo financiero. La escasa calidad de los libretos da como fruto obras artísticamente mediocres, con la única excepción de la obra maestra Pepita Jiménez. En 1893 se estrena con éxito la opereta The Magic Opal, con  libreto de Arthur Law. Albéniz, como otros compositores españoles, soñaba con la creación de la ópera musical española y el teatro musical pasa a ser, tras las obras para  piano, su segunda dedicación musical.

En el año 1893 se establece definitivamente en París dónde conoce a Fauré, Debussy y Dukas y establece fuertes y fructíferos lazos con la comunidad musical y artística francesa.  Albéniz abandona paulatinamente los conciertos y se centra en su labor compositiva, buscando una estética en la que desarrolla, de forma progresiva y constante, una simbiosis entre  el exotismo de la música española y las tendencias más avanzadas de la música francesa de su tiempo.

Los últimos años de su vida los dedica a la creación de su obra cumbre, la suite Iberia, máxima expresión de su genio pianístico, sin olvidar obras como La Vega o bien las cinco sonatas. La obra consta de cuatro cuadernos que se fueron estrenando entre 1906 y 1909 con gran éxito de crítica. Sus grandes obras para piano de la última época situaron la estética nacionalista a nivel de valor universal, superando así la anécdota folclórica de la música de salón.

El 18 de Mayo del 1909, Albéniz fallece en  Cambo-les-bains, en los Pirineos orientales dónde se había  instalado en marzo del mismo año.